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domingo, 30 de septiembre de 2018

Cáncer de Mama

Miranda tiene un diagnóstico de cáncer de mama.

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Miranda tiene un diagnóstico de cáncer de mama. ¿Qué pasará ahora con mi vida?, se pregunta mientras el Taxi recorre el camino del Hospital a la casa.
¿Cómo le voy a decir esto a mis hijos?, ¿Qué voy a hacer con mi trabajo? ¡Tengo tanto por hacer en la oficina… No tengo a quién dejarle tantas responsabilidades! … Las ideas se atropellan en su cabeza y no alcanza a darse cuenta que el Taxi ya está estacionado frente a su casa. El conductor la observa callado. Preguntándose: ¿Será que esta no es la dirección?, ¿Qué le sucede a esta señora? Miranda, rápidamente retoma el control, paga y baja del vehículo sin ninguna prisa por cruzar el umbral de la puerta.
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En casa todo está normal, la sala luce ordenada, los lirios blancos y naranja que acostumbra colocar frente al retrato de su boda, están allí; como dándole la bienvenida. Sube a su habitación sigilosamente. No quiere que el resto de los ocupantes se enteren de su presencia.
Cierra la puerta tras de sí; como si escapara de una persecución y casi jadeante se tiende boca arriba en su inmensa cama. Fija su mirada, que parecía perdida, en el techo. Detalla cada parte de la lámpara que está encima de ella y recuerda cuando en compañía de su esposo la escogió en una tienda en el centro.
Recuerda ese día claramente. Salieron temprano para realizar trámites de trabajo y al cruzar frente a la tienda, estaba allí, imponente, bella, con bombillas alargadas y elegantes; no pudo resistirse a comprarla.
Hoy, la mujer que está allí debajo de la lámpara ya no es la misma. Ya no tiene toda una vida por delante; hoy es una mujer con un diagnóstico de cáncer de mama en estado avanzado.
Las lágrimas no dejan de rodar por sus mejillas, voluntariosas, indomables como queriendo dejarle claro a Miranda que no puede controlarlas, que no tiene ni el valor ni las ganas.
Lo que hace un instante era un llanto ahogado en el silencio se ha transformado en gemidos de dolor, de impotencia, de miedo. Destellos de raciocinio vienen a su atormentada cabeza y alcanza a decir como si hablara con alguien más en la solitaria habitación: Ya no lo puedo ocultar más, debo pasar del duelo a la acción y lo primero será contárselo a mis hijos.
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Al terminar el día, vuelven todos a la casa; es momento de la cena. El esposo y los dos hijos de Miranda tienen una cita en su imponente comedor, de tonos claros, con una mesa rectangular grande que parece planeada para albergar a muchos comensales; y lo más importante: hermosos jarrones con flores rojas, amarillas, azules que parecen darle vida a aquel recinto.
La primera en llegar es la Periodista; la niña de la casa, la más parecida a su mamá. Con su cabellera negra suelta, con su andar decidido y sus opiniones certeras. Toma de la mesa un trozo de pan, y pregunta si los demás tardarán en llegar; porque el hambre ya causa estragos en su cuerpo.
Casi Inmediatamente entra por la misma puerta, el Médico, su hijo mayor, el primogénito. El del carácter difícil y la risa a flor de piel, contestándole a su hermana que él al menos ya está listo para degustar la cena servida.
La señora empleada de la casa les comunica que el señor ha mandado a decir que por razones de trabajo no llegará a tiempo a la cena; que empiecen sin él; a lo cual los hermanos en un intercambio de miradas cómplices dejan claro que el exceso de comida ya tiene dueños.
Finalmente hace su entrada Miranda. En su cara y a pesar del maquillaje se puede notar que ha llorado, y mucho. En su intento por restarle importancia a su situación, trata en vano de convencerlos de que todo está bien y normal.
La primera en tomar la palabra es la hija: ¿Qué tienes mamita?, inquiere en un tono protector; estrechándola en sus brazos. Igualmente la interpela el hijo, ya en un tono más directo: Por favor: ¿Dinos qué pasa? Miranda ya no puede aguantar más, sus ojos marrones parecen hoy más grandes, más expresivos, más tristes. Su corazón quiere salirse por la boca; late tan rápido que le hace doler la cabeza y finalmente las palabras salen como disparos de un arma letal: ¡tengo cáncer de mama en estado avanzado…!
Un silencio se apodera del recinto. Nadie habla, nadie parpadea; el aire parece haberse congelado y el tiempo detenido. Allí están los tres, agarrados de las manos y con cara de estupor. De pánico, de incredulidad.
El hijo toma la palabra en un tono poco característico en él; en un tono de voz que sólo alcanzan a escuchar ellos le suplica que se calme que no tenga miedo, que lo que sea que viene lo enfrentarán y que contará con su amor y su apoyo incondicional. La hija no alcanza a pronunciar palabra alguna, sólo se abraza fuertemente a su madre como temiendo que se vaya de su lado. Miranda respira más tranquila, ya sus hijos saben de su enfermedad. Ahora todo será más fácil de sobrellevar.
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Los días transcurren lentos, monótonos, recorren la ciudad que ya da muestras de la decoración de navidad. En la radio suena la música decembrina, pero para ellos no transmite ya alegría.
Sin reconocerlo, saben que la separación está irremediablemente cerca, intentan consolarse. Haciéndose compañía constante; se reúnen, miran fotos de las vacaciones de infancia, cada momento vivido hoy tiene mayor sentido. Hemos sido felices, nos hemos tenido uno al otro, tuvimos el privilegio de tener una madre que nos apoyó en cada decisión de nuestras vidas, así estuviese en desacuerdo.
Los hermanos se toman el tiempo para reflexionar sobre su crianza, cuando Miranda está dormida ellos aprovechan para llorar y desahogar aquel dolor que no los deja vivir.
Pasan los días y la llamada intempestiva del médico los saca de la rutina, favor pasar al consultorio debemos hablar de la condición de salud de Miranda.
Hay momento de dudas… ¿Y si no acudimos?, ¿Y si simplemente nos tomamos unas vacaciones con nuestra madre en el lugar que ella prefiera? Ambos titubean; sin embargo, triunfa la razón y se encaminan hacia el Hospital. En el recorrido nadie habla, Miranda visiblemente desmejorada parece no querer luchar más; luce una pañoleta marrón con beige en su cabeza; para disimular su falta de cabello, su extrema delgadez le hace temer a su hijo cuando la toma del brazo, se ve tan frágil, pareciera que se podría romper en cualquier momento. La mujer que tienen frente a ellos, ya no se parece a su mamá. Su olor también es diferente. Atrás quedaron las fragancias exquisitas de su preferencia; ahora su transpiración tiene olor a medicamentos. Pero a pesar de todo eso, ella aun intenta dibujar una sonrisa en su rostro y así hacerlos sentir mejor. Ya en la puerta del consultorio, la toman de la mano, la cual pueden sentir delgada, con los huesos expuestos, fría… El Médico tratante con su tono objetivo y sin sentimientos les comunica que "deben prepararse", que la quimioterapia no ha funcionado y que no hay mucho más que hacer. Les da una palmada en el hombro y se retira a ver otros pacientes; como si lo que acaba de decir no significara nada. Ahí están los hermanos, que no saben si dejar salir su llanto ahogado, y llorar hasta que no queden lágrimas, hasta el final de los tiempos. Pero se controlan, la hermana alcanza a emitir palabra y dice: ¿Y cómo uno se prepara para dejar ir al ser más importante de tú vida?
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Miranda sigue fuerte, a pesar de que su cuerpo no resiste más, su temple es de acero, parece recobrar luz en sus grandes ojos marrones y reconforta a su familia. No teman yo los he formado para que sean fuertes, para que sigan adelante a pesar de cualquier circunstancia y esto también pasará. Vamos a la casa, quiero que estemos juntos y que nada importe, celebraremos la Navidad, como nunca antes lo hicimos. Prepararemos comida, nos reuniremos en familia y seremos lo más felices que podamos.
A pesar de estar poco convencidos de ello, le obedecen. Esa Navidad fue inolvidable, disfrutamos de la compañía de nuestros familiares y en especial de nuestra madre. Miranda parece haber recobrado color en sus mejillas, se vistió elegante como ella acostumbraba hacerlo antes de esta pesadilla y al escuchar su música preferida a ratos cantaba y hasta parecía contenta. Sus hijos la observan entre incrédulos y nostálgicos, pero allí a su lado.
Todo parece diferente, los familiares y amigos en el salón parecen haber olvidado lo que ocurre, y se entregan a la celebración y a la alegría. En un momento se nos escapó de la vista. ¿Dónde está Miranda?, preguntó alguien y la hija inmediatamente sale en su búsqueda…
Sube las escaleras casi saltándose los escalones, parece interminable el camino, siente su corazón acelerarse, su cara enrojecida, la angustia se apodera de ella. Al empujar la puerta se encuentra con su madre tendida en la cama, más bien acurrucada como una niña indefensa, sus ojos cerrados, sin aliento. Miranda ha perdido la batalla contra el cáncer de mama. No sin antes dejar un escrito a sus hijos:
Gracias por su dedicación todo este tiempo. Ahora vivan; me voy confiada en que continuarán su camino aprovechando las enseñanzas. Recuerden lo bueno y no permitan que el dolor les nuble las ganas de continuar. Estaré para siempre con ustedes en cada recuerdo. En cada ola del mar que les traiga a su memoria… ¡Cuánto me gustaba…! En cada día soleado, en cada buen libro… Dios los bendiga. Miranda.
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Créditos:
Autor: Miranda de Venezuela
Edición: Marcos Milano
Post autorizado para ser publicado en este espacio
IMÁGENES POR ORDEN DE APARICIÓN:
Arte de portada: Mujer acostada del artista dominicano Edward Novas
Obra Taxi 71 del artista GRECH SANTOS
Dibujo Mujer llorando del joven artista catalán Conrad Roset
Arte Sueño de resistencia 
Arte La vocación Consulta médica
Pintura de Edvard Munch
NOTA IMPORTANTE: SI USTED DESEA LEER LA PRIMERA PARTE DE ESTE EMOTIVO RELATO LE INVITO A PULSAR AQUÍ

Ante situaciones adversas, circunspección.

Muestre siempre su decoro personal y de ser el caso su talante ciudadano; para que sea digno de respeto, no olvide la regla de oro: "Trate a los demás como desea ser tratado"

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Sin lugar a dudas, la buena educación, los principios y los valores que posee una persona se ven reflejados cuando actúa mostrando hermosos gestos de cortesía, decoro y buenas costumbres; circunspección que destella en cada palabra y en cada gesto; especialmente, ante situaciones embarazosas contrarias a la educación, a los cimientos espirituales, a la ética, a la moral y a las buenas costumbres. La dignidad de un ser humano de bien no se decreta, se es. Proceder en todo momento con respeto, humildad, conocimiento y sabiduría es el don mas preciado que posee una persona humana cargada de dignidad.

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Cuadro de portada: Circunspección de Diógenes. Luis Paret

La migración desde la inocencia de los niños

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Durante algunos días escuchamos los susurros de mami conversando con sus amigas sobre un viaje. No entendíamos por qué hasta ahora este tema siempre había sido motivo de alegría y hoy mami lloraba cada vez que alguien tocaba ese tema. Sin embargo, al sentir que estábamos cerca rápidamente secaba sus lágrimas y ponía una sonrisa en su rostro.

En la escuela la Maestra hacía mención a que los hermanos Olivero realizarán un viaje pronto y por ello le haremos una despedida; los que puedan, traer el Viernes algún bocadillo para compartir, acompañado de una carta o un mensaje de despedida. Carlos y yo, nos quedamos sorprendidos, una despedida.

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Si vamos a visitar a unos primos en San Cristóbal y al pasar unos días regresaremos por qué una despedida. El trato hacia nosotros se tornó diferente, La Maestra constantemente nos lanzaba una mirada como de tristeza, como de compasión, inclusive durante la exposición de mi hermano Carlos sobre nuestros indígenas, pude notar que a ella se le escaparon unas lágrimas, las cuales secó con su pañuelo al instante.

Ese día entendí que algo extraño estaba pasando, sabíamos que papá estaba en Colombia trabajando, porque en nuestro país la situación económica estaba difícil, era todo los que nos habían informado sobre la prolongada ausencia de nuestro padre. Por las noches mi hermano y yo nos quedábamos hasta tarde conversando; pero teníamos más preguntas que respuestas y no nos atrevíamos a expresarle a mami lo que sentíamos.

Cuando llegó el día Viernes, llegamos al colegio entusiasmados, hoy nos "harían una despedida" mi hermano y yo seríamos los protagonistas de la clase, eso me gustaba. 

Todos estarían pendientes de nosotros, por ello nos esmeramos más de lo usual con nuestro arreglo, yo particularmente me puse el uniforme que más me gustaba, me cepillé el cabello ondulado y logré que mis crespos se concentraran hacia el lado derecho de mi cabeza, descubriendo mi cara. Me puse mis zarcillos preferidos, los que parecían unas mariquitas pequeñitas, mi hermano por su parte se puso gelatina en su cabello y se peinó de lado como un niño bueno, como el de la película de mi pequeño angelito. Se abotonó la camisa desde arriba, como si en algún momento se pondría una corbata, lo cual me hizo mucha gracia, pero sonreí sólo para mi.

Tomamos nuestras cosas y salimos alegres y algo ansiosos a la escuela. Al ingresar a nuestro salón, nos sorprendió lo arreglado que estaba: globos de diferentes colores colgaban de las paredes, afiches y fotos que lucían muy coloridos daban cuenta del cariño que nos expresaban nuestros compañeros y nos deseaban lo mejor en nuestro viaje.

Con el transcurrir de la mañana, entre música , anécdotas y risas llegó la hora de salida. Anteriormente al escuchar el timbre que anunciaba la hora de salida todos gritábamos y corríamos escaleras abajo, como desesperados por llegar a la puerta del colegio. Hoy ha sido diferente, sonó el timbre y nadie gritó, ni recogieron sus pertenencias apresurados, ni dieron muestras de alegría; fue diferente. Sonó el timbre y todos se volvieron hacia nosotros. Algunos no podían ocultar en su rostro la tristeza, las lágrimas se apoderaron de todos, en minutos todos nos abrazábamos y llorábamos. Apenas alcanzábamos a emitir palabra para comprometernos en un futuro al reencuentro.

Finalmente la Maestra tomó el control de tan extraña situación, explicó para todos, hasta para Carlos y para mi, que los hermanos Olivero se van del país porque se reunirán con su padre que está trabajando en Colombia. A pesar de no entender aun lo que pasaba, nos despedimos de todos y regresamos a casa.

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Durante el recorrido de regreso ninguno de los dos emitió palabra alguna, cada uno iba sumido en sus pensamientos. Toda la algarabía de la mañana de repente se convirtió en incertidumbre y tristeza. Llegamos a casa, mami como siempre estaba en la cocina presta a servirnos nuestra comida calientica, claro no sin antes asearnos y acudir a la mesa para degustar nuestro plato favorito, carne mechada, arrocito blanco, plátanos y papas fritas, una delicia. Sin embargo, hoy todo es distinto, nos sentamos a la mesa con nuestros platos al frente y ante la mirada escrutadora de nuestra madre, quien rápidamente observa que algo no está bien ninguno de los dos hace el mínimo gesto de probar bocado, sentimos como una sensación de estar muy llenos o más bien es un vacío en el estómago, es como un dolor, o como una angustia que no nos permite llevar ni una cucharada a la boca.

Es allí cuando ella decide explicarnos. Nos vamos de nuestra casa por un tiempo hijos, viviremos en una hermosa ciudad llamada Bogotá, asistirán a otra escuela, grande y con muchos niños que se convertirán en sus nuevos amigos. Además papá estará con nosotros. Al terminar el almuerzo haremos la maleta, cada uno sólo podrá llevar una, por eso deben escoger muy bien qué quieren empacar. Nada de juguetes porque no tendremos espacio, allá compraremos lo que necesiten.

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Mi hermano y yo vamos a nuestro cuarto a tratar de hacer lo que nos ha solicitado; sin embargo, al estar frente a nuestro closet no logramos decidir que llevaremos. Todo es importante, cada camisa, cada franela, cada prenda es parte de nosotros. Cada una tiene su propia historia, un regalo de cumpleaños, una amigo secreto en navidad, una tía preferida. Dios que tarea tan difícil…

Cada uno se refugia en sus cosas, mi hermano quiere ser fuerte pero la tristeza lo vence. Trata de ahogar el llanto pero éste es más fuerte y sale de su garganta un gemido, brotan las lágrimas, las cuales seca rápidamente con un gesto de furia. Casi me ordena que me vaya, que recoja mis cosas y lo deje solo, a lo cual accedo casi con susto.

No tenemos mucho tiempo, ya el tío José llamó que vendrá en un rato a recogernos para llevarnos al terminal de autobuses, la familia diseminada por diferentes países no aguanta más despedidas. Así que sólo seremos nosotros.

No puedo evitar recordar, mientras intento guardar mi ropa en la maleta, las reuniones en casa de nuestra tía predilecta, donde estábamos todos los primos, donde sobraba la comida, los refrescos, la alegría, donde mi hermano y yo solíamos ser los consentidos de la casa, para los que siempre había un pedazo más de torta, o un poco más de la rica sopa para saciar el estómago, "sin fondo", de mi hermano.

Todo eso en poco tiempo habrá terminado, estaremos lejos, en una ciudad extraña, y sólo nos unirá el amor indestructible de familia y el teléfono.

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Volvemos a la realidad con los gritos de nuestra madre, quien nos requiere casi que inmediatamente en la sala de la casa; para revisar el contenido de nuestro equipaje para asegurarse de que llevamos sólo lo necesario, por cuanto el viaje será agotador y no tendremos mucha ayuda.

Pasamos la primera inspección, todo parece estar en orden, mi hermano y yo tuvimos sin habernos comunicado, al menos verbalmente la misma idea, decidimos llevar las prendas que mayores recuerdos acumulaban, así en cualquier lugar nos sentiríamos como en casa.

Fue triste dejar nuestros juguetes, nuestros libros de cuentos que nos hacían viajar a lugares míticos, nuestra cada cosa que hemos dejado atrás. El olor de nuestra cocina, de nuestra almohada, de nuestro jardín donde nos despedía desde muy alto nuestro pino, árbol que acompañó en silencio nuestra estadía en el patio. Hoy todo parece recobrar vida propia, todo lo que hay a nuestro alrededor parece decirnos Adiós. Por qué nos pasó esto? Por qué es tan difícil vivir en estos días en nuestro país; en ese que nuestra madre nos enseñó a amar por encima de todas las cosas ? Por qué tenemos que irnos? Mamá nos anuncia que ya el tío llegó, que debemos llevar las maletas al auto, y apresurarnos.

Abordamos todos, y rápidamente comenzamos a alejarnos de la casa, mi hermano y yo no nos miramos, sólo alcanzamos a ver las calles y los árboles pasar rápidamente a nuestro paso. Ya definitivamente nos vamos de nuestra casa.

Pero seremos fuertes y no lloraremos, así ayudaremos a mami…, es lo que nos han dicho nuestros familiares. La instrucción es difícil pero la cumplimos, una vez que llegamos al terminal, sacamos nuestro equipaje y lo llevamos al autobús, nos toma por sorpresa la presencia allí de algunos familiares y amigos, que aun parecen no creer que nos vamos.

La encargada en el terminal anuncia por micrófono con una voz, que a mi me suena entrecortada: “El autobús número 43 de expresos Venezuela con destino a la ciudad de San Cristóbal saldrá en diez minutos.”

En este momento no hay recomendación que valga todos en la sala lloran, demuestran su tristeza y su rabia…, los hermanos Oliveros se van de su país…

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Autor: Miranda de Venezuela
Día, fecha y hora: Mié 26/9/2018, 8:31 a.m.
Todas las imágenes son obras de arte de Pablo Picasso
Autorizada su Publicación a través de este espacio.

¿Después de un Gobierno populista qué le espera al que viene?

La gente se acostumbra rápido

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Hace mucho tiempo escuché una frase la cual confieso no se su origen, algunos la atribuyen al escritor inglés Charles Dickens(1812 - 1870), lo cierto es que está cargada de verdad y sabiduría:

el hombre es un animal de costumbres

Esas costumbres o rutinas crean una zona de confort a nuestro alrededor, en la vida cotidiana, laboral, familiar, social. 

Y esa zona de confort, en la que el individuo no desea salir porque está cómodo, es la que, sin lugar a dudas, aprovechan los gobiernos populistas para mantener a un número considerable de personas, a las que ellos llaman "el pueblo soberano", en un supuesto estado de sosiego, sugestionado y viviendo una ilusión que le hace creer que merece las dádivas del "papá estado"; que sin la ayuda del gubernamental benefactor será casi imposible vivir.

El estado populista; además de crear muchos vicios perniciosos para la sociedad, se asegura que sus seguidores dependan de él, por esa razón, los va empobreciendo material y psicológicamente para luego someterlos y al final le dispensa dádivas con las cuales el pueblo siente que sus necesidades las cubre quien gobierna porque a él le han hecho creer que tiene derecho a ser mantenido por el gobierno.

Darle el pescado a un pueblo sin enseñarlo a pescar es una estrategia que le ha funcionado a algunos regímenes políticos que se han perpetuado en el poder. El gobierno populista centra todo su esfuerzo en hacer que el pueblo dependa de él, así merme las riquezas del País, alimente la corrupción y desate el demonio de la hiperinflación, nada importa con tal de mantenerse en el poder:

Cuando esto ocurre y el pueblo siente que depende totalmente del estado entonces difícilmente otro sistema de gobierno podrá instaurarse y mucho menos podrá aplicar medidas correctivas conducentes a recuperar la economía y la confianza en las instituciones del estado.

Todo cambio genera rechazo y mas si el pueblo "acostumbrado a dádivas" tiene que hacer sacrificios que lo lleven a activarse para sacar al País adelante. Desacostumbrar a un pueblo dependiente de dádivas no es tarea fácil. Es esta una de las razones que explica el porqué de las protestas después que un gobierno populista entrega el poder.

¿Después de un Gobierno populista qué le espera al que viene?... Aguantar protestas y mas protestas si no toma medidas que satisfagan a la población y que convenza a los ciudadanos que la única manera de sacar un País adelante es con el esfuerzo de todos, que internalicen que solo estudiando y trabajando es posible ser próspero, concienciar en la importancia de los principios y valores morales, éticos y espirituales, el respeto a las leyes, a las instituciones del estado y a la investidura y que la justicia y el estado de derecho prevalezca en la nación.


REFLEXIÓN DOMINICAL


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Además de lo caduco que están muchos equipos, así como el colapso provocado por la desinversión, la corrupción, la negligencia y la incapacidad... pareciera que lo que ocurre con los servicios públicos en Venezuela es intencional.

Parece que lo hicieran para molestar o burlarse de las personas o para "vengarse de los que con esfuerzo logramos vivir mejor en la llamada IV República"... Me niego a creer que producto de la "Casualidad", del "saboteo" o de la mal llamada "guerra económica", los venezolanos veamos con tristeza como se han deteriorado progresivamente los servicios públicos, sintamos como ha desmejorado nuestra otrora calidad de vida; por cierto, deterioro y desmejora que caminan "a pasos de vencedores", al mejor estilo del socialismo retrógrado del ayer y del que ahora denominan del siglo XXI.