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sábado, 3 de septiembre de 2016

HABLANDO CON YURMARY

autobus con pasajero
Imagen extraída de google



Ayer coincidí con Yurmary en el autobús. No lo supongo: ella me lo dijo. Venía de bachaquear, traía un inmenso saco negro comprimido, casi envasado al vacío, y unas dos bolsitas de mano que lanzó al piso para echarse a mi lado agotada, resollando. Yo venía, como siempre, en mi autobusito con los audífonos empotrados y mi cara de paisano, con el objetivo cardinal de apartarme de la realidad. Pero ella quería conversa. No porque lo presintiera a través de poderes sobrenaturales, sino que me dio tres codazos, leves, sustantivos, con los que anunciaba que quería pelea. Yo también. A decir verdad venía alegre, me había tomado cinco birras y la gente me parecía bella, el calor un soplo primaveral y el autobús la tarima del gozo. Soltó tres de un coñazo: estoy desde ayer a las 4 en una cola / tengo que hacerlo por mis hijos / esto tiene que cambiar. Ok, le dije. Así es… no me dejó terminar. “Pero eso no se llama bachaqueo, uno está pasando mucha necesidad y tiene que resolver”. Muy bien, tienes razón, pero… “¿Tú sabes lo que es tener dos chamos y verte sin un poquito de arroz o pasta, ni salado, para darles de comida?”. Claro, pero… “Me instalé a las 4 en La Trinidad, en un mercado, marqué el punto, me lancé para el Farmatodo, compré algunas cosas, y así… hasta que compré lo que medio pude comprar: un arroz, dos aceites, una harinapan, dos pastas, papel y queso”. Compraste bien, tienes más que yo aunque… “Y de paso, ahora el mayor me convulsiona, hace quince días le dio la tembladera y lo llevamos de urgencia al hospital. Allí dijeron que tenía tres soplos pero menos mal que lo pasamos para el Universitario, ahí los médicos me dijeron que eso era puro cuento, pero sí siguió con sus convulsiones. Se está tomando un tratamiento. Lo bueno es que esa medicina la consigo sin problema, y baratísima, en siete bolos”. Ese es Yomnaikel, si es que se escribe así, su chamo de 7 años. Tremendo estudiante, me contó, lee, escribe y ahora viene con eso. Pero un detalle, me aclara, parece que tiene un tío epiléptico. Puede ser eso, le digo, pero de todos modos llévalo a… “Pero cuando el pobre está embromao, es pa´ peor: el pequeño de dos años, Yondeivi, es asmático, no puede correr medio metro porque se ahoga”. Qué vaina chama, trato de consolarla, y los tratamientos para eso son… “difíciles de conseguir, o si no están carísimos, pero uno hace todo por los hijos, así sea que yo no coma, ni mi esposo, les compramos sus medicinas y su comida, no queda de otra, hay que echar pa´ lante”. Es verdad, los hijos son… “La vida, son la vida, es verdad. Yo creo que lo del mayor es por tristeza”. ¿Por tristeza? Trato de indagar. Pero no será que… “Yo creo que él ha sentido que yo quiero más al pequeño. Y es verdad, uno se encariñó más con el pequeño porque es el menor, el bebé de la casa, y lo abandonamos a él, sin querer, es así. Pero ahora le voy a dar más amor, ya vas a ver, y ese se va a recuperar”. Claro que sí chama, ya vas a ver que no es… “Eso, con su tratamiento y sus cosas va a salir pa´lante, así uno tenga que pasar hambre”. Bueno, trata de darle… “Ahorita llego a la casa, ni les voy a dar cariño ni nada, lanzo el poco e´ bolsas y me tiro a la cama a dormir, ojalá que pueda caer rendida hasta mañana”. Ojalá vale, pero no dejes de…”Bueno mi rey, gracias por hablar conmigo, tenía ganas de escuchar a alguien, voy mamada.” Dale reina, descansa y trata de… y se bajó pitando, dejando el pelero por ahí pa´ allá con el poco e´ bolsas…



Autor: Marlon Zambrano

Autorizada su publicación por el autor.


Publicado: Sábado 03 de septiembre de 2016.

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