Imagen extraída de google |
Ayer
coincidí con Yurmary en el autobús. No lo supongo: ella me lo dijo. Venía de
bachaquear, traía un inmenso saco negro comprimido, casi envasado al vacío, y
unas dos bolsitas de mano que lanzó al piso para echarse a mi lado agotada,
resollando. Yo venía, como siempre, en mi autobusito con los audífonos
empotrados y mi cara de paisano, con el objetivo cardinal de apartarme de la
realidad. Pero ella quería conversa. No porque lo presintiera a través de
poderes sobrenaturales, sino que me dio tres codazos, leves, sustantivos, con
los que anunciaba que quería pelea. Yo también. A decir verdad venía alegre, me
había tomado cinco birras y la gente me parecía bella, el calor un soplo
primaveral y el autobús la tarima del gozo. Soltó tres de un coñazo: estoy desde
ayer a las 4 en una cola / tengo que hacerlo por mis hijos / esto tiene que
cambiar. Ok, le dije. Así es… no me dejó terminar. “Pero eso no se llama
bachaqueo, uno está pasando mucha necesidad y tiene que resolver”. Muy bien,
tienes razón, pero… “¿Tú sabes lo que es tener dos chamos y verte sin un
poquito de arroz o pasta, ni salado, para darles de comida?”. Claro, pero… “Me
instalé a las 4 en La Trinidad, en un mercado, marqué el punto, me lancé para
el Farmatodo, compré algunas cosas, y así… hasta que compré lo que medio pude
comprar: un arroz, dos aceites, una harinapan, dos pastas, papel y queso”.
Compraste bien, tienes más que yo aunque… “Y de paso, ahora el mayor me
convulsiona, hace quince días le dio la tembladera y lo llevamos de urgencia al
hospital. Allí dijeron que tenía tres soplos pero menos mal que lo pasamos para
el Universitario, ahí los médicos me dijeron que eso era puro cuento, pero sí
siguió con sus convulsiones. Se está tomando un tratamiento. Lo bueno es que
esa medicina la consigo sin problema, y baratísima, en siete bolos”. Ese
es Yomnaikel, si es que se escribe así, su chamo de 7 años. Tremendo
estudiante, me contó, lee, escribe y ahora viene con eso. Pero un detalle, me
aclara, parece que tiene un tío epiléptico. Puede ser eso, le digo, pero de
todos modos llévalo a… “Pero cuando el pobre está embromao, es pa´ peor: el
pequeño de dos años, Yondeivi, es asmático, no puede correr medio metro porque
se ahoga”. Qué vaina chama, trato de consolarla, y los tratamientos para eso
son… “difíciles de conseguir, o si no están carísimos, pero uno hace todo por
los hijos, así sea que yo no coma, ni mi esposo, les compramos sus medicinas y
su comida, no queda de otra, hay que echar pa´ lante”. Es verdad, los hijos
son… “La vida, son la vida, es verdad. Yo creo que lo del mayor es por
tristeza”. ¿Por tristeza? Trato de indagar. Pero no será que… “Yo creo que él
ha sentido que yo quiero más al pequeño. Y es verdad, uno se encariñó más con
el pequeño porque es el menor, el bebé de la casa, y lo abandonamos a él, sin
querer, es así. Pero ahora le voy a dar más amor, ya vas a ver, y ese se va a
recuperar”. Claro que sí chama, ya vas a ver que no es… “Eso, con su
tratamiento y sus cosas va a salir pa´lante, así uno tenga que pasar hambre”.
Bueno, trata de darle… “Ahorita llego a la casa, ni les voy a dar cariño ni
nada, lanzo el poco e´ bolsas y me tiro a la cama a dormir, ojalá que pueda
caer rendida hasta mañana”. Ojalá vale, pero no dejes de…”Bueno mi rey, gracias
por hablar conmigo, tenía ganas de escuchar a alguien, voy mamada.” Dale reina,
descansa y trata de… y se bajó pitando, dejando el pelero por ahí pa´ allá con
el poco e´ bolsas…
Autor:
Marlon Zambrano
Autorizada
su publicación por el autor.
Publicado: Sábado 03 de septiembre de 2016.
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