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viernes, 5 de agosto de 2016

CONSTRUCTORES POPULARES


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En mi barrio existieron verdaderos maestros de la construcción, hombres talentosos y muy trabajadores, que sin ser ingenieros fueron muy ingeniosos, sin ser arquitectos proyectaban y diseñaban en cualquier terreno y espacio. Empíricos albañiles se encargaron de dirigir y construir las viviendas que poco a poco fueron conformando la comunidad. Fui testigo de la transformación de las casas; los viejos ranchos de madera, hojalata y bambú, se hicieron a un lado para darle paso al bloque, a la cabilla y al cemento. Con el paso de los años y muy lentamente, se deterioraban los hermosos domicilios de bahareque por lo que su demolición era inminente, renaciendo luego, cual ave fénix, pero de la teja, el lodo, la paja y la cañaamarga una residencia sólida y simétrica. Los antiguos techos de zinc, que tanto nos protegieron del sol y de la lluvia, mientras no habían sido agujereados por una piedra, los cambiaron por platabandas de vigas, tabelones, mallas y concreto, evitando así las goteras que convertían los pisos de tierra o de cemento en una galería de tobos multicolores y ollas de todos los tamaños que al compas de tac tac tac se iban llenando de aquella cristalina, fría y bendita agua. Confieso que mis mejores años lo pasé en mi vieja morada... aun recuerdo el olor a tierra mojada y el relajante sonido de la lluvia cayendo sobre la techumbre.
¡Manos a la obra!, exclamaban con emoción los siempre listos y dispuestos ayudantes, mientras chocaba sus respectivas botellas de cerveza o vasos con la bebida de su preferencia, dando así, inicio al trabajo. Carretillas iban y venían, bloques, cabillas, rollos de alambres y mallas, clavos, tablas, arena, tierra, cemento, agua y el chasquear de las palas batiendo la mezcla, la música a todo volumen, los gritos y el aroma del sancocho animaban la faena, todos ayudaban con alegría sin esperar dinero a cambio, solo bastaba la cerveza y el sancocho.
En mi barrio el trabajo en equipo fue muy importante para consolidar nuestra comunidad y fortalecer cada hogar, hoy recuerdo con nostalgia esa experiencia de amor al prójimo y solidaridad vecinal que ayudó en su momento a mejorar la calidad de vida de muchas familias las cuales lograron con su esfuerzo y trabajo honrado tener una vivienda digna. Sirva este humilde escrito para reconocer la loable labor de los constructores de alegrías y esperanzas y mi eterno agradecimiento a los que nos ayudaron a tener un hogar confortable donde reinó en la paz y el amor.
Especial homenaje y eterno AGRADECIMIENTO a mis vecinos y hermanos Señor Eloín Lezama, Sr. Silvio Méndez, Sr.  Vicente Milano  y al Sr. Luis Ereipa.

AUTOR: Marcos Elías Milano Rangel
Fecha de publicación: 05 de agosto de 2016
Guarenas, Estado Miranda, Venezuela.

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