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TEATRO EN MI ESCUELA
Cursé toda mi
educación primaria en el Grupo Escolar “Elías Calixto Pompa”, de Guatire,
Municipio Zamora, Estado Miranda, Venezuela. Los momentos más felices de mi
infancia transcurrieron en ese sitio sagrado de moral y de luces. Siempre fui
un niño muy inquieto y extrovertido, me gustaba participar en todas las actividades
que mis maestros organizaban, bailé, canté, hice teatro, danza, deporte,
pintura, quería estar en todas las comisiones: cruz roja, disciplina, sociedad
bolivariana... en fin, en toda planificación artística, deportiva, religiosa y
recreativa participaba con entusiasmo. En Kindergarten o preescolar (hoy
educación inicial) participé en una obra donde representé a un indio, mi mamá
me compró un tambor muy bonito y me hicieron un traje de yute y una corona de
plumas, bailé y canté al ritmo de:
EL INDIECITO.
“Soy un Indiecito
Voy tocando mi tambor
Pom, pom,
pom, pom,
Pom, pom,
pom,pom,
Pom, pom, pom.
Llevo en mi cabeza
Cinco plumas de color
Trala la la la la
La la la la la
La la la.
Suena la maraca
Al compás de mi tambor
Sh, sh,
sh, sh,
Sh, sh,
sh, sh,
Sh, sh, sh.”
Cada vez que llegaba una fiesta o conmemoración patria
el niño Marcos participaba, yo esperaba cualquier efemérides para actuar. Con
mi maestra Felicia Palacios participé en una obra que destacaba la importancia
de la Cruz Roja Internacional y en un homenaje que se le hizo a Florence
Nightingale, enfermera, escritora y estadista británica, considerada precursora
de la enfermería profesional moderna y creadora del primer modelo conceptual de
enfermería. Aquí me tocó representar a un niño herido que era curado por una
enfermera, antes de salir a la escena encontré unos tubos, tablas, hierros de
pupitres viejos y unas perolas, agarré todo aquello y lo lancé al suelo lo que
provocó un estruendoso ruido e inmediatamente salí a escena corriendo y
gritando (eso no estaba en el guión) lo que sorprendió a todo el público,
quienes después de pasar el susto, rieron a carcajadas, yo mismo me reí tanto
que no pude darle la seriedad requerida al personaje.
También recuerdo que me inscribí en el grupo de teatro
que dirigía mi profesor y amigo Jesùs Eduardo Espinoza Leon,
hombre que ha sido un verdadero mecenas de las artes escénicas, un
apasionado de los guiones y de las tablas, uno de los pedagogos mas respetables
que he conocido, excelente profesional, ciudadano ejemplar y buen amigo; de él
aprendí algunas técnicas que me han servido en mi trabajo vocacional como
docente y en mi formación ciudadana: la respiración diafragmática para mejorar
nuestro sistema respiratorio, educar la voz y aprender a proyectarla, leer
bien, memorizar parlamentos e improvisar, movimientos y desplazamientos en los
escenarios, importancia del lenguaje oral, escrito y gestual, dominio de grupo,
liderazgo, vivir intensamente al personaje que se representa y de allí la
importancia de transmitir correctamente el sentimiento que se desea proyectar
para que impacte al espectador (el drama).
El teatro me enseñó a respetar al público, a perder el miedo escénico, a interactuar con las personas que me escuchan, a ser disciplinado, ordenado, colaborador, innovador, a trabajar en equipo, estimuló mi creatividad e imaginación, me ayudó a tener facilidad de expresión, entre otras no menos importantes que están presentes en mi vida cotidiana.
Reconozco que no soy un buen actor pero bajo la dirección de Jesús Eduardo Espinoza protagonicé dos obras de teatro que en su época gustaron bastante: Juan el Esclavo y Juancito el limpiabotas...Gracias querido y admirado amigo por enseñarme tantas cosas y por tu amistad sincera. Al llegar al Liceo Juan José Abreu participé en una obra de teatro llamada "Las palabras en la arena", donde representé al sacerdote del templo de Jerusalén Joazar.
NOTA IMPORTANTE: Esta obra fue escrita por el español Antonio Buero Vallejo, estrenada en el Teatro Español el 19 de diciembre de 1949. Las palabras en la arena es la única obra escrita por el autor, se basa en el pasaje bíblico donde le llevan a Jesús a una mujer sorprendida en adulterio. En su época la obra obtuvo el Premio de la Asociación de amigos de los Quintero.
El teatro me enseñó a respetar al público, a perder el miedo escénico, a interactuar con las personas que me escuchan, a ser disciplinado, ordenado, colaborador, innovador, a trabajar en equipo, estimuló mi creatividad e imaginación, me ayudó a tener facilidad de expresión, entre otras no menos importantes que están presentes en mi vida cotidiana.
Reconozco que no soy un buen actor pero bajo la dirección de Jesús Eduardo Espinoza protagonicé dos obras de teatro que en su época gustaron bastante: Juan el Esclavo y Juancito el limpiabotas...Gracias querido y admirado amigo por enseñarme tantas cosas y por tu amistad sincera. Al llegar al Liceo Juan José Abreu participé en una obra de teatro llamada "Las palabras en la arena", donde representé al sacerdote del templo de Jerusalén Joazar.
NOTA IMPORTANTE: Esta obra fue escrita por el español Antonio Buero Vallejo, estrenada en el Teatro Español el 19 de diciembre de 1949. Las palabras en la arena es la única obra escrita por el autor, se basa en el pasaje bíblico donde le llevan a Jesús a una mujer sorprendida en adulterio. En su época la obra obtuvo el Premio de la Asociación de amigos de los Quintero.
Autor: Milano R. Marcos E.
Publicado: jueves, 25 de agosto de
2016.
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