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lunes, 8 de agosto de 2016

UNA VISITA INESPERADA


Una visita inesperada

- Ah, tengo un hambre que me comería a un elefante – digo para mis adentros mientras abro la puerta de mi apartamento; como si fuera un robot en modo automático, coloco mis cosas en el sofá y luego me llevo las manos a la frente para tratar de aliviar un poco el dolorón de cabeza que me agobia. Acto seguido percibo un olor exquisito a pastel de pollo que me hace agua la boca.
Era el ocaso del viernes. La noche se apoderaba de la capital de Venezuela sin clemencia. Los capitalinos ya marchaban rumbo a sus hogares para darle fin a una jornada más de la rutina y Abril Rondón no era la excepción. Era estudiante universitaria, bastante aplicada en sus estudios. De cabellera negro azabache, tal como sus ojos. Simpática cuando quería, horriblemente malhumorada e insoportable cuando se lo proponía.

- ¡POR AMOR A CRISTO! ¿Qué fue lo que hice para que ese pastel no se esté cociendo en mi horno? Bueno, basta de lamentos y más acción.
Se adentró por el pasillo caminado presurosa hacia el baño para liberar aquel líquido color pollito que había aguantado en su vejiga desde que salió de clases. Luego de lavarse manos y rostro, abandonó el recinto con destino a su habitación. Al abrir la puerta de al lado se le pusieron los ojos como platos y una gran alegría le invadió desde la planta de los pies hasta lo más recóndito de su cerebro.

- ¿ABUELA? ¿pero com...? ¿Cómo entraste si y...?

- “hey yu mai frien -interrumpió la abuela, quien se encontraba sentada en la cama cociéndole una camisa rota que había encontrado luego de lavar el cesto de ropa sucia- cierra la boca mija, hay moscas y no querrás tragarte una.- dijo con tono burlón mientras mostraba los dos dientes que aún le quedaban-.
Abril no pudo contener su emoción y salió embestida a abrazar a su abuela, quien la miraba sonriente mientras empujaba hacia arriba sus lentes de grandes cristales con su dedo medio.

- ¿Cómo hiciste para entrar?- preguntò la chica que ahora se sentía más niña que nunca mientras se enganchaba del cuello de la doña.

- La abuela siempre logra lo que se propone. No hay puertas, ventanas, barreras, llaves o lo que sea, que logren separarme de los míos. Siempre estaré donde ustedes me necesiten. Siempre iré a donde sea que ustedes vayan, porque ustedes son mi corazón y mi alma.

- Lo sé y no sabes cuánto te había extrañado. No imaginé verte precisamente hoy, que he tenido un día tan complicado.

- Ven acá –indicó la abuela mientras separaba a la chica de su pecho y la miraba justo a los ojos - Si tu problema tiene solución ¿Por qué te preocupas? Y si no la tiene…

- ¿por qué te preocupas? –terminó Abril mientras sonreía-. Te he extrañado tanto… solo tú tienes las palabras que yo quiero oír.

- Adivina que he hecho mientras llegabas…

- NO ME DIGAS QUE PASTEL PORQUE AHORA SÍ QUE MUERO.

- Entonces llamemos a tu madre para que prepare el funeral- ambas rieron a carcajadas.

En seguida, la abuela se levantó de la cama y se dirigió a la cocina; Abril siguió sus pasos. Una vez frente al horno, la abuela se dispuso a sacar el pastel mientras su nieta ponía la mesa y se lavaba nuevamente las manos dispuesta a comer.

- Entonces, ¿me cuentas que tan balurdo ha sido tu día o no? – irrumpió la abuela el silencio mientras se sentaba en la mesa con dos trozos de pastel, extendiéndole uno a Abril.

- La verdad es… que estoy cansada. Estoy cansada de la gente, de la universidad, de estudiar, de mí, de mi vida. Estoy cansada de todo.

- BINGO. Lo sabía. Es por eso que estoy aquí. Un pajarito me contó que querías tirarlo todo a la mierda y huir… ¿pero sabes qué? NO LO VOY A PERMITIR. Porque yo te enseñé a luchar. Te enseñé que el que persevera, vence. Te enseñé que mientras más duro sea el reto, más satisfactoria será la victoria. Y finalmente, pero no menos importante, te enseñé que ningún sueño es inalcanzable para ti y, que si ya te propusiste una meta, ahora debes alcanzarla. Luego, cuando tengas el triunfo en tu mano, mirarás para atrás y sonreirás porque todo el esfuerzo valió la pena. No desmayes ahora. Sigue adelante que yo siempre estaré ahí, para ti.

- ¿Alguna vez te dije que eras un ángel? Mi ángel. – dijo Abril con los ojos húmedos.

- Shhh… - soltó la abuela mientras se ponía el dedo índice en los labios en señal de silencio- ¿escuchas eso?

- ¿Qué cos…? – reconoció aquel ruidito- NO, por favor no. Ahora no. ¡ABUELA! Por favor… -suplicó la chica alterada.

- Sé feliz. Yo siempre estaré contigo. – soltó la abuela con una hermosa sonrisa. Casi tan hermosa como la luz que se reflejaba en sus ojos.
Ya era demasiado tarde. De la abuela irradiaba una luz blanca y cada vez se volvía menos nítida tomando un aire irreal. Fue entonces cuando Abril despertó del sueño pero aún con los ojos cerrados, escuchó a su madre girar la manilla de su habitación.

- ¿te vas o te quedas? Es tardísimo, vagoneta.

- Voy. –indicó Abril a su madre, mientras eliminaba el nudo en su garganta y secaba con sus manos algunas lágrimas que tenía en los ojos. Su alarma seguía sonando y fue entonces cuando apagó aquel sonido molesto que la hacía despertar cada mañana- Gracias por la visita. Siempre te llevaré conmigo.- pensó para sí mientras apartaba el edredón hacia un lado de la cama, dedicaba una sonrisita al cielo y se disponía a comenzar un nuevo día.

Autor: Olivares Guía Génesis Venezuela
Fecha de publicación en el Blog: 08 de agosto de 2016
Guatire - Venezuela. 

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