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jueves, 1 de septiembre de 2016

VERDUGO SI PIDE CLEMENCIA


"VERDUGO SI PIDE CLEMENCIA"

De camino a la Iglesia Santa Cruz de Pacairigua de Guatire; pasé por la sede de la antigua Jefatura de la Policía Metropolitana, allí observé varios autobuses, militares fuertemente armados y a muchos civiles dentro de las unidades, seguí caminando y al llegar a la Plaza 24 de Julio, vi a dos amigos sentados frente al busto del Maestro Vicente Emilio Sojo, uno de esos amigos ya no está, trascendió a la Luz del Creador, el otro era Heruan J Escalona, me senté junto a ellos los cuales estaban deliberando algo importante en la vida de todo joven venezolano: “entregarse de manera voluntaria al servicio militar, esconderse en época de reclutamiento o dejarse reclutar”... lo cierto es que entre los tres tomamos una decisión, fuimos al Edificio del Centro Cívico y nos inscribimos e inmediatamente y sin pensarlo dos veces, como dice la vieja canción de Guillermo Dávila, nos dirigimos hasta donde estaban los efectivos castrenses, le entregamos a un militar nuestras boletas de inscripción y de una vez “pal autobús”, me imagino que algún policía quedaría molesto con nosotros por no haber ganado la comisión por reclutarnos. Esto ocurrió en el mes de octubre del año 1986.

Estando en el Autobús observé que pasaba una vecina, me asomé por la ventana y le dije: “por favor avísale a mi mamá que me voy para el cuartel”... con el tiempo me enteré lo que la noticia le provocó a mi viejita. Lo cierto es que ya no había vuelta atrás, arrancaron los autobuses, llegamos a Petare y luego nos trasladaron a la Circunscripción Militar del Estado Miranda (CIRMIL_MIRANDA), ubicada en Pan de Azúcar, en los Teques. Allí estuvimos varios día, hasta que nos enviaron a los diferentes batallones. Mis dos amigos prestaron su Servicio Militar en el Fuerte Tiuna,en Caracas y a mi me enviaron para el Fuerte Guaicaipuro, en los Valles del Tuy.

Cuando llegamos al Batallón de Ingenieros de Combate, General en Jefe Francisco de Paula Avendaño N°8, uniformados y cargando nuestras respectivas talegas de color verde oliva, nos bajaron del camión militar modelo man 4 X 4, los gritos ensordecedores de los que nos recibieron provocó el llanto nervioso de dos compañeros, imagínense la vergüenza y humillaciones a la que fueron sometidos después de ese acontecimiento.

Al pasar el tiempo uno de los dos "llorones" desertó y el otro estuvo a punto de suicidarse porque no aguantaban la vida militar. El que quedó activo jamás se adaptó, eso sí cuando llegaban soldados nuevos los trataba con desprecio y en muchos casos con ensañamiento. Verdaderamente el tipo era un sátrapa, tan cobarde pero tan cobarde que lo único que cimentaba su prepotencia y altanería era un limitado y efímero "poder" ya que solo obtuvo una jineta de Distinguido. En una oportunidad un soldado recién llegado no soportó tanta humillación y se le fue encima, lo golpeó tan fuerte que casi lo mata, tuvimos que separarlos, el “verduguito” se orinó en los pantalones y lo volvimos a ver con lágrimas en los ojos, extremadamente asustado, cuando se recuperó solo profirió amenazas en contra de su agresor y se retiró temblando, mas nunca lo volvimos a ver metiéndose con los soldados nuevos o de menor rango que él.

La historia lo afirma, la experiencia lo repite una y mil veces y la sabiduría popular lo proclama: "a cada cochino le llega su sábado"... y "verdugo no pide clemencia"... YO DIGO QUE SI PIDE Y LLORA. En el Batallón me cansé de ver llorando a soldados que en la vida civil habían sido "los duros" del barrio, los malotes... mi mamá decía que todo "bocón" es gallina.  La verdad es que todo verdugo es cobarde y sí implora clemencia cuando le llega su turno de rendir cuentas ante la justicia Divina o ante las leyes terrenales.



Autor; Milano R. Marcos E.

Publicado: jueves 1 de septiembre de 2016.

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