"VERDUGO
SI PIDE CLEMENCIA"
De
camino a la Iglesia Santa Cruz de Pacairigua de Guatire; pasé por la sede de la
antigua Jefatura de la Policía Metropolitana, allí observé varios autobuses,
militares fuertemente armados y a muchos civiles dentro de las unidades, seguí
caminando y al llegar a la Plaza 24 de Julio, vi a dos amigos sentados frente
al busto del Maestro Vicente Emilio Sojo, uno de esos amigos ya no está,
trascendió a la Luz del Creador, el otro era Heruan J Escalona, me senté junto
a ellos los cuales estaban deliberando algo importante en la vida de todo joven
venezolano: “entregarse de manera voluntaria al servicio militar, esconderse en
época de reclutamiento o dejarse reclutar”... lo cierto es que entre los tres
tomamos una decisión, fuimos al Edificio del Centro Cívico y nos inscribimos e
inmediatamente y sin pensarlo dos veces, como dice la vieja canción de
Guillermo Dávila, nos dirigimos hasta donde estaban los efectivos castrenses,
le entregamos a un militar nuestras boletas de inscripción y de una vez “pal
autobús”, me imagino que algún policía quedaría molesto con nosotros por no haber
ganado la comisión por reclutarnos. Esto ocurrió en el mes de octubre del año
1986.
Estando
en el Autobús observé que pasaba una vecina, me asomé por la ventana y le dije:
“por favor avísale a mi mamá que me voy para el cuartel”... con el tiempo me
enteré lo que la noticia le provocó a mi viejita. Lo cierto es que ya no había
vuelta atrás, arrancaron los autobuses, llegamos a Petare y luego nos trasladaron a la
Circunscripción Militar del Estado Miranda (CIRMIL_MIRANDA), ubicada en Pan de
Azúcar, en los Teques. Allí estuvimos varios día, hasta que nos enviaron a los
diferentes batallones. Mis dos amigos prestaron su Servicio Militar en el
Fuerte Tiuna,en Caracas y a mi me enviaron para el Fuerte Guaicaipuro, en los
Valles del Tuy.
Cuando
llegamos al Batallón de Ingenieros de Combate, General en Jefe Francisco de
Paula Avendaño N°8, uniformados y cargando nuestras respectivas talegas de
color verde oliva, nos bajaron del camión militar modelo man 4 X 4, los gritos
ensordecedores de los que nos recibieron provocó el llanto nervioso de dos
compañeros, imagínense la vergüenza y humillaciones a la que fueron sometidos
después de ese acontecimiento.
Al
pasar el tiempo uno de los dos "llorones" desertó y el otro estuvo a
punto de suicidarse porque no aguantaban la vida militar. El que quedó activo
jamás se adaptó, eso sí cuando llegaban soldados nuevos los trataba con
desprecio y en muchos casos con ensañamiento. Verdaderamente el tipo era un
sátrapa, tan cobarde pero tan cobarde que lo único que cimentaba su prepotencia
y altanería era un limitado y efímero "poder" ya que solo obtuvo una
jineta de Distinguido. En una oportunidad un soldado recién llegado no soportó
tanta humillación y se le fue encima, lo golpeó tan fuerte que casi lo mata,
tuvimos que separarlos, el “verduguito” se orinó en los pantalones y lo
volvimos a ver con lágrimas en los ojos, extremadamente asustado, cuando se
recuperó solo profirió amenazas en contra de su agresor y se retiró temblando,
mas nunca lo volvimos a ver metiéndose con los soldados nuevos o de menor rango que él.
La
historia lo afirma, la experiencia lo repite una y mil veces y la sabiduría
popular lo proclama: "a cada cochino le llega su sábado"... y
"verdugo no pide clemencia"... YO DIGO QUE SI PIDE Y LLORA. En el Batallón me cansé de ver llorando a soldados que en la vida civil habían sido "los duros" del barrio, los malotes... mi mamá decía que todo "bocón" es gallina. La verdad
es que todo verdugo es cobarde y sí implora clemencia cuando le llega su turno
de rendir cuentas ante la justicia Divina o ante las leyes terrenales.
Autor; Milano R.
Marcos E.
Publicado: jueves 1 de
septiembre de 2016.
Muy buen anecdota jejeje "todo bicho malo es llorón"
ResponderBorrarjajajaja
Gracias por su comentario. Bendiciones.
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