FOTOS E IMAGENES

domingo, 11 de septiembre de 2016

EL INSOMNIO DE MERCEDES

IMAGEN TOMADA DE AQUÍ

 Apenas eran las tres de la mañana, aún se podían observar las estrellas en el cielo caraqueño y sentir una suave brisa que parecía anunciar una mañana fresca. En su humilde vivienda, Mercedes se preparaba para salir a conseguir los alimentos para sus tres pequeños hijos. Mercedes, una joven mujer, de cabellos largos y negros como un azabache, se apresuró a recoger lo necesario en los días actuales para estar dispuesta a pasar largas horas frente a un auto mercado esperando a ver qué podía comprar.

Antes de salir de la casa se asegura de dejar unas arepitas y un poco de café con leche, que servirá para mitigar el hambre de sus pequeños cuando se levanten y se den cuenta de que mami ya salió a la calle.

Mercedes abre con mucho cuidado la puerta un poco destartalada de su vivienda, intentando no hacer ruido y así evitar que se despierten los pequeños, y se pone de pie ante las escaleras que parecen interminables y que a esa hora de la madrugada pareciera que no existe más nadie sino Mercedes. La mujer sencilla que sólo piensa en que debe estar muy temprano para hacer la cola y rogar a Dios que pueda encontrar algún alimento para llevar a la casa. Mercedes siente, que en la medida que empieza a bajar las escaleras, se apodera de ella un temor que no había experimentado antes. El corazón le palpita de manera acelerada, siente una agitación que no puede comprender. Decide no caminar, sino correr escalera abajo como si detrás viniera un ejército tras ella.

Finalmente logra alcanzar la calzada, respira profundamente sin detenerse por completo, intenta reacomodar la cola que en algún momento sujetaba su hermoso cabello negro.

Trata de normalizar su andar, observa que ya hay muchas personas en la calle, hay un bullicio como si fueran las 12 del mediodía, se escuchan los gritos de los vendedores de café, té, chocolate caliente.


También se pueden distinguir las voces de los colectores de los autobuses dando alaridos algunas veces incomprensibles de los sitios a los cuales se dirige cada uno. Mucha gente camina apresuradamente, sin embargo nadie parece mirarse entre sí. Mercedes continúa su camino hacia uno de los mercados mas grandes de la zona. Al fin llega, observa que a pesar de haber madrugado para estar allí temprano, ya ella es la última persona en una interminable fila que recorre con una expresión de angustia y desazón.

Rápidamente hablando casi que en voz alta con ella misma, intenta convencerse de que va a estar bien, que tendrá oportunidad y que podrá, al final del día complacer a sus pequeños con algo de comida.

Transcurre el tiempo y ya la clara mañana trae consigo más caos, cada vez hay más ruido, las cornetas de los vehículos y las motocicletas que intentan circular entre la masa sin forma de cientos de personas agolpadas a las puertas de un local , atormentan y hacen cada vez más insoportable la permanencia en el lugar.

Pero Mercedes, sólo piensa en cumplir con su objetivo de comprar alimentos, no quiere pensar en que hay mucha gente delante de ella, ni que existe la posibilidad de que no vendan nada, ni que de repente en aquel desorden de personas le puedan robar hasta la vida. Mercedes sólo piensa en sus pequeños…

Ya a media mañana, un empleado un tanto mal encarado, con su uniforme arrugado y dando claras señales en su proceder de que está cansado de lidiar con toda esa gente, se dispone a gritar a la multitud que sólo se venderá papel higiénico y harina de trigo…

Mercedes apenas alcanza a escuchar aquella mala noticia, y trata de controlar unas lágrimas que irremediablemente empiezan a rodar por sus enrojecidas mejillas. Inesperadamente comienzan a producirse muchas preguntas en su cabeza: cuándo nos pasó esto?, en qué momento nos dejamos arrebatar el país? Cómo un país que siempre nos dijeron desde los primeros grados de escuela que éramos ricos, que teníamos petróleo, suelos fértiles, campesinos y ganaderos trabajando desde lugares remotos de Venezuela para brindarnos los diferentes productos, que sólo bastaba ir a la bodega mas cercana para adquirir. Simplemente, Mercedes no entiende.

Se reconforta llevando sus manos a su cabeza como tratando de espantar tantas interrogantes, y aparentando acicalarse.

Son las tres de la tarde y Mercedes ya casi está en la entrada del local, cuando aparece la figura del mismo mal encarado, ésta vez se le observa en los ojos una alegría macabra, pareciera disfrutar cuando les informa a los cientos de personas aun en la fila “Ya se acabó todo, si se quedan es por su cuenta” sonríe mostrando una blanca y casi perfecta dentadura que parece reñida con el resto de su apariencia.

Mercedes no aguanta más, cae de rodillas como quien suplicara a un ser Supremo, y sólo alcanza a exclamar: Dios mío por qué nos está pasando esto?. Qué hicimos para merecerlo? Qué le llevaré a mis niños para comer? Las preguntas de Mercedes apenas causan algún efecto en la gente que ya comienza a retirarse del lugar, sin apenas prestar mayor atención a aquella mujer que parece desfallecer…

Mercedes llega a la casa muy entrada la tarde, cansada, despeinada, con la cara enrojecida por el exceso de sol y de lágrimas, pero con la convicción de que esto debe tener un fin próximo. Abraza a sus hijos como si hacía mucho tiempo que no los veía y alcanza a prometerles casi que en un susurro “esto terminará pronto”…

Autora: Sofía Olivares
Autorizada su publicación
Publicado: domingo, 11 de septiembre de 2016

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Gracias por comentar en este pagina.