FOTOS E IMAGENES

domingo, 31 de julio de 2016

LA VIEJA REVOLVERA DE CUERO



- Mamá, dame permiso para ir para donde mi abuelo Fermín.
- será para que tu “abuelo” Alfredo que quieres ir...
- anda mamá déjame ir.
- bueno pero te portas bien.
Este diálogo entre mi mamá y yo ocurría todos los días, resulta que mi Abuelo Fermín Hernández vivía a tan sólo tres casas de la mía, en el mismo barrio y en el mismo sitio, pero en la casa siguiente vivía uno de mis mejores amigos de infancia, mi vecino, mi hermanazo, Alfredo... ciertamente visitaba a mi abuelo, que todas las tarde sacaba una silla y se sentaba al frente de su casa, pero a esa hora también salía a jugar mi hermanazo y por supuesto bajo la mirada amorosa del padre de mi padre jugábamos cuanta cosa se nos ocurría... la verdad es que a mi amigo Alfredo, cuatro años mayor que yo, le gustaba jugar conmigo. Un día, un vecino policía, creo que se llamaba Rogelio, el cual vivía en la casa siguiente a la de Alfredo, le regaló una vieja revolvera de cuero. ¡Bueno pues... el mejor regalo que mi amigo Alfredo había recibido! Yo, al ver el obsequio, me emocioné mucho y se la pedí prestada, él lo dudó pero me la prestó, luego se la devolví y fui corriendo a mi casa a buscar una correa, regresé y la adaptamos al tamaño de nuestra cintura, un rato la tenía él y otro rato la tenía yo, la revolvera casi cubría toda mi pierna, era grandísima para mi estatura... lo cierto es que aquel juguete nos encantaba, un día me regalaron un revolver de plástico y salí corriendo para la casa de mi amigo Alfredo para enfundarlo en la vieja revolvera... ¡Diosssssssss la felicidad plena a otro nivel!, ahora sí que estábamos hecho... pasaron los día y nuestro juego favorito seguía siendo la vieja revolvera de cuero... en una oportunidad, mi hermanazo la dejó olvidada frente a su casa, allí amaneció detrás de una pila de arena, yo me levanté tempranito, abrí mi puerta y salí, sin permiso a buscar a Alfredo para jugar, al llegar al frente de su casa su puerta estaba cerrada pero ante mis ojos apareció el juguete más preciado, la tomé y me la llevé para mi casa... cuando mi mamá me vio llegar: 
- ¿se puede saber dónde estabas tú a esta hora y sin permiso?... ¿qué es eso que traes? ...

¡Diosssssss mío Santísimo!... ¡Ave María Purísima!... tragué grueso y le contesté: 
- fui para la casa de mi abuelo... no dejó que terminara de hablar, me regaño:
- mentiroso, tú estabas donde Alfredo... y eso de dónde lo sacaste?... 
- me la encontré, le respondí sin dejar de mirarla... mi mamá tomó la correita que le habíamos adaptado a la vieja revolvera de cuero y ya Ustedes saben lo que allí ocurrió. Mientras me daba con la correa me decía:
- No debes salir sin permiso, no debes mentir y a mi casa no entra nada que no sea tuyo... así que devuelve eso, ponla donde la encontraste... 
Llorando salí y dejé la revolvera en el mismo lugar de donde la tomé (mi mamá me acompañó)...

A ese amargo momento le debo lo que hoy soy, Gracias mamá por enseñarme valores, gracias porque ese correazo a tiempo fue una enseñanza vital en mi vida...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Gracias por comentar en este pagina.