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Cada tarde, entre 04:30 y 05:00 pm, mi mamá (Dios la Tenga en su LUZ), me enviaba a la Panadería cercana a comprar un bolívar de pan (1 Bs); (te daban una bolsa con ocho (8) panes tipo francés); los panes eran para merendar, los acompañábamos con nuestra respectiva taza de café con leche o café negro o guarapo.
El doradito y aún caliente francés se rellenaba con mantequilla y queso, o con algún embutido o simplemente lo comíamos mojado en el café con leche (aunque el antiguo, que hoy debería estar mas vigente que nunca, manual de urbanidad y buenas costumbres de Manuel Antonio Carreño, decía que era de mal gusto introducir lo sólidos en el líquido), de verdad considero que él jamás probó nuestra respetada costumbre de mojar el pan, no sólo con café con leche sino también con chocolate, o avena caliente o fría, o nestúm, o cerelac, o fororo, o chicha, toddy, refrescos, jugos de frutas o malta (por cierto, algunos fines de semana mi mamá o mis hermanos compraban una caja de malta polar, que nos duraba los siete días)... en fin, merendábamos.
A mi mamá y a mis hermanos, Zoraida Milano y Vicente Milano, les encantaba tostar el pan untado con mantequilla, ajo y sal, a mi también me gustaba pero lo prefería con mantequilla y azúcar.
Como comprábamos pan todos los días (sin hacer las maratónicas colas que hoy se forman cuando hay pan las panadería del país) se iban acumulando algunos en la casa hasta que se ponía duro, lo que aprovechaba mi mamá para hacernos otra merienda muy rica, TORTA DE PAN, a veces la hacía sencilla pero casi siempre la hacía especial, le quedaba como un quesillo, suavecita... cremosa... deliciosa. ¡Diossssss qué alegría sentía mi paladar degustando aquel inolvidable manjar!.
La verdad, jamás olvido ni olvidaré a mi madre, tampoco puedo dejar de pensar en la Venezuela que dejamos atrás.
NOTA: les informo a los más jóvenes que lo que narré es fácilmente certificable. Si alguno de ustedes duda; que en la mayoría de los hogares venezolanos podíamos deleitarnos con lo descrito, sólo pregúntele a los adultos de la casa o a sus vecinos mayores. No niego que hubo familias con situación económica bastante comprometida y hasta deprimente pero lo cierto es que jamás vivimos algo parecido "ojo" por lo menos mi familia (mamá sola con tres hijos, con un ingreso de obrera) no lo vivió y mis vecinos del barrio, familias humildes, tampoco lo vivieron, Gracias a Dios.
PD: nunca nos faltó azúcar ni ningún ingrediente para hacer nuestra granjería criolla... es más, jamás hubo tanta escasez de alimentos, ni de medicinas, tampoco experimentamos esta inflación tan alta, usura inmoral y especulación infernal... ah, ni los altos índices de inseguridad que hoy vivimos los venezolanos. Lo cierto es que esta terrible situación es inédita, por lo que le pido a Dios se termine pronto.
NOTA DE CIERRE: En las bodegas, abastos y supermercados se exhibían varias marcas comerciales de cada producto, el venezolano podía escoger el producto y la marca de su preferencia y llevar la cantidad que su presupuesto le permitiera, podíamos ir a comprar lo que necesitábamos el día y la hora que lo decidiéramos sin el desagradable control del terminal de la cédula de identidad.
Autor: Milano R. Marcos E.
Publicado el viernes 10 de febrero de 2017.
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