FOTOS E IMAGENES

lunes, 12 de septiembre de 2016

PADRE ROQUERO, HIJOS REGUETONEROS

Imagen tomada de AQUÍ
Padre roquero, hijos reguetoneros

Me preocupa el hecho, que poco a poco se ha ido imponiendo en mi agenda existencial en la medida en que han ido creciendo, de que ninguno de mis hijos termine siendo roquero. Las evidencias se fueron haciendo notorias como en un bello texto de Julio Cortázar, Casa Tomada, donde cada habitación se iba poblando de seres desconocidos mientras los dueños de casa iban escuchando solo un rumor que los obligaba a internarse cada vez más hasta acabar definitivamente en la calle, tras el portazo final. Confieso que los alimenté, con premeditación y alevosía, con los acordes de Pink Floyd, los gemidos de los Rolling, las estridencias de Metallica y el gatopardismo de Radiohead desde sus más tiernas arcadas hasta ahora que ya a Casi, el grande, comienza a olerle el sobaco a dinamita y sus pies desprenden un tufo inédito, de preadolescente errante.

En la casa están vedadas las emisoras “comerciales” de música para lavar y planchar y sólo se pueden activar en la radio las cristianas (aún no se ha inventado el mecanismo adecuado para erradicarlas de la banda digital) y una medio cabillera que sobrevive. Además, la censura es férrea sobre los canales de Youtube e implacable en los Ipod que de vez en cuando actualizo con una muy maleva ristra de viejas bandas metaleras adscritas a las huestes del Demonio como Slayer, Sepultura y por supuesto, Pantera. Pero, la sordidez de las felonías tuvo su eclosión recientemente, cuando pillé al pequeño, Gabo, tarareando una cosa extraña que corea “andas en mi cabeza nena a toda hora…” que indagando entre los herrajes de Google, es de estos personajes del show business amado por los escuálidos y reclamado por los chavistas en su eterna diatriba sobre el bien y mal, tan antigua como la civilización. Cierto, me quería morir, pues el plan era sencillo y todo encajaba: me haría viejo, terminaría oyendo melancólico los mosaicos de La Billo’s Caracas Boys y jurando fanáticamente que todo tiempo pasado fue mejor, ellos heredarían mis discos y algún día, por agradecimiento o por venganza, me regalarían la entrada para un concierto en el eterno anfiteatro del Sambil de los Stones, que de seguro en el 2031 estarán por fin de gira en Venezuela, y por Venezuela Enigma, la banda ochentera de Maduro, en un sorpresivo revival que otra vez será completamente inmune a los esfuerzos revocatorios de la MUD. Pero no, para mí que pudo más un culito, la jevita del 2-22B, los compinches del kárate, o su abuela paterna, vigorosa activista de las causas anti rock and roll desde los días en que casi la vuelvo loca con mis competencias de 24x24 heavy y me reventó un bajo eléctrico como si se le hubiera metido el demonio cual posesa, a lo Jimmy Hendrix.


Autor: Marlon Zambrano
Autorizada su publicación.
Publicado: lunes 12 de septiembre de 2016

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Gracias por comentar en este pagina.