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lunes, 26 de junio de 2017

CUANDO SE ES VIRTUOSO


Por: Prof. César Martínez Vaamonde

¿A qué se refería el Libertador cuando decía que había que fomentar la virtud? ¿Cuándo sé es virtuoso? Tal vez es más fácil hablar de cuando no sé es. Los vivos, los que engañan, los que mienten, los que manipulan, no son virtuosos. Para nadie es un secreto que de un tiempo a esta parte ha habido una merma impresionante del civismo, de las virtudes. 


Tengo ya la edad suficiente para comparar. Siempre se cree que “todo tiempo pasado fue mejor”. Quizás es porque siempre estamos muy mal en comparación con años anteriores. Pero más allá de la brecha generacional yo creo que en lo que respecta a valores , a civilidad y todo lo que de allí se desprende, como el respeto, el valor al estudio, al trabajo, la decencia, la honestidad… todo eso antes era mejor. 

Antes, si la maestra te regañaba ni remotamente se lo decías a tus padres, porque ellos, sin escuchar más nada te regañaban también. Ahora no, ahora se los cuentas y tu mamá dice: “¿Quién se ha creído la maestrica esa? Mañana voy a ponerla en su sitio”. Antes, si hacías algo malo en la calle, por ejemplo decir groserías, cualquier señora te regañaba y uno a veces le suplicaba: “Por favor, señora María, no se lo diga a mi mamá”. Antes si llegabas a tu casa con algún objeto nuevo te preguntaban: “¿De dónde sacaste eso?”. Y si respondías: “Me lo regaló la señora Petra”. Te agarraban por el brazo y te llevaban a la casa de Petra: “Petra, tú le diste a César esto?”. Petra a lo mejor respondía: “No, yo no se lo di. Pero no le pegues, son cosas de muchachos”. Pues no, sí te pegaban. 

Me crié en un pueblo con cinco calles. Donde se valoraba lo bueno y se rechazaba lo malo. Recuerdo que a los siete años, cuando aprendí a leer, mis tíos y tías se asombraban y me daban cuanto periódico estaba cerca para que les leyera algo. Muchos de ellos no sabían leer. Lo bueno era digno de admiración y te premiaban. Ahora lo malo es digno de admiración y te premian. 

Guatire, quizás por la forma como nació, siempre fue un pueblo de gente muy tolerante, muy pacífica, muy respetuosa. La gente admiraba a aquellas señoras que habían criado solas a cinco o más muchachos. Admiraba a aquel que estudiaba y a aquel que le echaba piernas para sacar a su familia adelante. Rechazaba a los borrachos, a los pendencieros y a los capacheros. Sentía compasión por el desvalido y todo el mundo se conocía. 

Y toda esa virtud se reflejó en muchas otras cosas: en la música, en la poesía, en las artes. 

Ahora duele cuando hay gente que cree que Guatire es un barrio o cuando dicen: “¿Guatire?, no vale, yo pa’ llá no voy”… Da tristeza cuando uno camina por sus calles y en muchas de ellas las aceras ya casi no existen y el gamelote las va cubriendo… o ruinas de muros o casas… postes doblados por doquier… 

Guatire era un sueño… Al menos así lo vio Evencio Castellanos para inspirarse y escribir la obra sinfónica “Valle de Pacairigua” o así se incrustó en la psique de Vicente Emilio Sojo para componer “Si de noche ves que brillan”… 

Pero puede volver a serlo. 

Imagen: El Guatire bucólico, apacible de gente trabajadora representado en tres imágenes: La de la izquierda, una foto de 1921: La señora María Milano de Bello con su nieto Rómulo Betancourt. En el centro, foto de 1925: Pedro Martínez, mi bisabuelo. Administrador de la Hacienda de Caña de Azucar “El Rincón”. Derecha: Foto de 1906: La familia García González. El niño de la izquierda es Miguel Lorenzo García y el niño sentado en las piernas es Alciro García González, abuelo del gran historiador guatireño René García Jaspe a quien le agradezco la cortesía de la foto).

Autor: Prof. César Martínez Vaamonde
Autorizada su publicación en este Blog: 26 de Junio de 2017

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