imagen tomada de AQUÏ |
Para
el año de 1971, contaba yo con unos 17 años de edad. Ese día antes
de marcharme al liceo, tuve una ligera discusión con mi madre y no
sé por cual razón, le nombré a mi papá. Mi madre, campesina, de
montaña adentro, conuquera y analfabeta, nunca, nunca me habló mal
de mi papá aunque sé que tenía mucho que decir. La rabieta que
cogió conmigo fue tal, que me gritó que me callara, que cual papá
ni que nada, que él hasta me había negado cuando nací y luego se
fue de la casa. No esperaba esa confesión después de casi 18 años.
Ese día no fui al liceo. Me cambié de ropa y fui a buscar a mi papá
a la casa donde vivía y trabajaba como carpintero. Discutí con él,
no me costó mucho darme cuenta que mamá había dicho la verdad y
desde ese día juré no volver a verlo nunca más. Mi papá nunca me
dio un abrazo, aunque siempre iba a visitarlo; jamás supo si comía
o como me vestía ni como me calzaba, pero arropado por la inocencia,
jamás me percaté de ello hasta ser un adolescente; de vez en cuando
me regalaba un bolívar y salía más contento que muchacho con
juguete nuevo. Después de todo lo ocurrido y de lo que ocurrió
después, me di cuenta que nunca le importé, que nunca me quiso.
Tenía como diez meses sin ver al viejo, cuando un hijo suyo (hermano
mío, por supuesto), que no era hijo de mi madre, me dijo que fuera a
verlo, que estaba muy enfermo; tardé una semana para decidir ir a
visitarlo. Llegué a su casa una tarde como a las cinco y entré a su
cuarto donde estaba acostado.
-Bendición
papá- le dije y volteó a verme lentamente.
-¿Quién
eres tu mijo? - me preguntó con voz muy queda.
-Soy
Rafal (así me decía él), el hijo de Petra.
Con
una mirada cansada, triste y apagada, se quedó mirándome fijamente.
-Dios
te bendiga- me dijo- y sin quitarme la vista de encima, mi padre
murió esa tarde del año 1972.
Por
padres como él mío, casi no nos toman en cuenta el Día del Padre,
pero le agradezco haberme enseñado todo lo que un papá no debe
hacer con sus hijos. Pido perdón a Dios por el resentimiento que
siento; por hombres como él mucha gente dice que cualquiera es papá,
pero como me dio una gran lección, hoy sé que cuando abrazas a tus
hijos, les provees, juegas con ellos, los sacas de paseo, los llevas
al médico, cuando tu mujer dice que eres un buen padre, que eres el
mejor, entonces sabes que padre no es cualquiera. Por eso, el Día
del Padre, recuerdo con el amor más grande del universo a MI MADRE
BELLA, a quien le tocó el doble rol de ser padre y madre y que bien
lo hizo. El Día del Padre y todos los días, felicitaciones a todas
esa mujeres, que han hecho lo que mi madre y créanme si les digo que
son muchas. El Día del Padre y cada día, saludo, abrazo y felicito
a todos los buenos padres de mi Patria linda.
Autor: Prof. Rafael González Autorizada su
publicación Día y fecha de su publicación: jueves, 27 de
octubre de 2016.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por comentar en este pagina.