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jueves, 27 de octubre de 2016

Y UN DÍA, PAPÁ SE FUE DE CASA.

imagen tomada de AQUÏ
Para el año de 1971, contaba yo con unos 17 años de edad. Ese día antes de marcharme al liceo, tuve una ligera discusión con mi madre y no sé por cual razón, le nombré a mi papá. Mi madre, campesina, de montaña adentro, conuquera y analfabeta, nunca, nunca me habló mal de mi papá aunque sé que tenía mucho que decir. La rabieta que cogió conmigo fue tal, que me gritó que me callara, que cual papá ni que nada, que él hasta me había negado cuando nací y luego se fue de la casa. No esperaba esa confesión después de casi 18 años. 

Ese día no fui al liceo. Me cambié de ropa y fui a buscar a mi papá a la casa donde vivía y trabajaba como carpintero. Discutí con él, no me costó mucho darme cuenta que mamá había dicho la verdad y desde ese día juré no volver a verlo nunca más. Mi papá nunca me dio un abrazo, aunque siempre iba a visitarlo; jamás supo si comía o como me vestía ni como me calzaba, pero arropado por la inocencia, jamás me percaté de ello hasta ser un adolescente; de vez en cuando me regalaba un bolívar y salía más contento que muchacho con juguete nuevo. Después de todo lo ocurrido y de lo que ocurrió después, me di cuenta que nunca le importé, que nunca me quiso. Tenía como diez meses sin ver al viejo, cuando un hijo suyo (hermano mío, por supuesto), que no era hijo de mi madre, me dijo que fuera a verlo, que estaba muy enfermo; tardé una semana para decidir ir a visitarlo. Llegué a su casa una tarde como a las cinco y entré a su cuarto donde estaba acostado.

-Bendición papá- le dije y volteó a verme lentamente.
-¿Quién eres tu mijo? - me preguntó con voz muy queda.
-Soy Rafal (así me decía él), el hijo de Petra.
Con una mirada cansada, triste y apagada, se quedó mirándome fijamente.
-Dios te bendiga- me dijo- y sin quitarme la vista de encima, mi padre murió esa tarde del año 1972.

Por padres como él mío, casi no nos toman en cuenta el Día del Padre, pero le agradezco haberme enseñado todo lo que un papá no debe hacer con sus hijos. Pido perdón a Dios por el resentimiento que siento; por hombres como él mucha gente dice que cualquiera es papá, pero como me dio una gran lección, hoy sé que cuando abrazas a tus hijos, les provees, juegas con ellos, los sacas de paseo, los llevas al médico, cuando tu mujer dice que eres un buen padre, que eres el mejor, entonces sabes que padre no es cualquiera. Por eso, el Día del Padre, recuerdo con el amor más grande del universo a MI MADRE BELLA, a quien le tocó el doble rol de ser padre y madre y que bien lo hizo. El Día del Padre y todos los días, felicitaciones a todas esa mujeres, que han hecho lo que mi madre y créanme si les digo que son muchas. El Día del Padre y cada día, saludo, abrazo y felicito a todos los buenos padres de mi Patria linda.

Autor: Prof. Rafael González                                                                                           Autorizada su publicación                                                                                                       Día y fecha de su publicación: jueves, 27 de octubre de 2016. 

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