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domingo, 24 de mayo de 2020

✝ Velatorio en casa. Anécdota

Una flor sobre su tumba se marchita, una lágrima sobre
su recuerdo se evapora. Una oración por su alma, la recibe Dios
San Agustín


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En muchas partes del mundo se acostumbra que cuando una persona fallece el velorio se realiza en la casa del difunto; la sala o el patio de la vivienda se acondiciona de acuerdo a la ocasión, los familiares, amigos y conocidos visten con la indumentaria apropiada, predominan los colores oscuros, preferiblemente el color negro, marrón o morado, aunque algunas personas utilizaban el blanco.

En cada lugar se presenta el acontecimiento de acuerdo a las creencias y costumbres de cada zona, los ritos fúnebres nunca han sido iguales, cada pueblo o comunidad tiene una tradición ritualista que lo identifica y por la cual se rige.

En algunos lugares cantan, consumen licor, bailan; en otros sitios predomina la sobriedad, lo discreto; en la Venezuela católica; por ejemplo, es común el rezo del rosario, aunque las oraciones dependen de quien lo dirige, existen rezadores que agregan cualquier cantidad de súplicas haciendo el rezo más largo.


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En el barrio donde me crié, cada vez que nos enfrentábamos a la natural partida de uno de los nuestros, toda la comunidad compartía con la infortunada familia el luto característico por la pérdida del ser querido. Reinaba un ambiente de respeto y solidaridad, las fiestas programadas se suspendían, nadie escuchaba música o simplemente se bajaba el volumen de la radio o del tocadiscos, se evitaban las algarabías, reinaba un ambiente de total recogimiento. Las palabras de condolencias, o el llamado pésames y hasta lágrimas se dejaban ver por doquier. Los comentarios positivos y anécdotas que relacionaban al difunto no faltaban.

Mientras duraba el velatorio muchas personas acompañaban a los deudos, si alguien estaba inconsolable se le daba gotas del carmen o valeriana para calmarlo, durante el día se repartían trozos de queso, jamón, galletas de soda, café, té, chocolate, guarapos de monte medicinales como manzanilla, toronjil o malojillo, tragos de bebidas alcohólicas y en las noches se agregaban el consomé de pollo o de gallina, los juegos de baraja y dominó eran impelable, y los que nunca faltaban a la cita eran los cuentachistes y los borrachitos que ponían la nota de humor, por lo que de velorio pasaba a ser una velada.

Cuando llegaba el momento del sepelio, la urna que contenía el cadáver, era llevada en hombros de familiares y amigos hasta la iglesia, donde el doblar de las campanas le indicaba al pueblo entero que estaban entrando o saliendo del templo parroquial con un difunto. Por mi condición de monaguillo doblé y repiqué las campanas muchas veces.

Al terminar las exequias se trasladaban caminando desde la iglesia hasta el cementerio, por la lentitud con que esto se hacía, debido a que los cargadores llevaban la urna en un constante zigzaguear o bamboleo, siempre había cola y se trancaba el tránsito vehicular por lo que las autoridades poco a poco fueron sugiriendo que se montara el ataúd en la carroza para agilizar un poco la marcha. En cada esquina de la ruta el paso fúnebre era más lento y antes de entrar al campo santo lo intentaban y retroceden tres veces hasta que por fín cruzaban el umbral de la puerta y de allí hasta la fosa para darle cristiana sepultura. En el preciso momento del entierro se incrementaba el llanto; los gritos y desmayos de algún familiar cercano rompían con la armonía, menos mal que siempre estaba la persona precavida que llevaba alcohol o corneciervo o el llamado cuerno de ciervo que no es otra cosa que amoníaco para reanimar al desvanecido... ah, y no podía faltar la persona que tenían que agarrar porque quería que lo enterraran con el difunto.


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Lo cierto es que en todo este tiempo reinaba la seguridad, la gente podía velar su muerto toda la noche en total calma y tranquilidad, se podían ofrecer los aperitivos descritos porque en es época, había de todo en los mercados, especialmente azúcar y café, sin inflación ni especulación y sin tener que acudir al inhumano bachaquero. Además no existía la amenaza del Covid 19 o virus chino como le llaman, no hubo pandemias contagiosas y lo más importante no existía en Venezuela el socialismo retrógrado del siglo XXI.

Autor:@marcosmilano71

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