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jueves, 4 de agosto de 2016

LA VENEZUELA DE HOY Y LA QUE QUEDÓ ATRÁS


En una madrugada del mes de julio de 2016, mientras hacía una larga cola para comprar alimentos, escuché la conversación que sostenían dos mujeres, la más joven le manifestaba a la otra su preocupación por el período vacacional, porque su hijo, cuando está en casa, abre la nevera muchas veces, buscando algo para comer o tomar; además, le comentaba que en la actualidad, el dinero que a duras penas logra reunir, no le es suficiente para comprar alimentos, mucho menos le alcanza para adquirir galletas, golosinas o cualquier comestible que le ayude a minimizar el estado de ansiedad de su hijo... - “menos mal que se entretiene con su juego de video, viendo la televisión, en la computadora o con su teléfono”, dijo la joven, la cual continuó hablando: - “no me gusta dejarlo salir de la casa por temor a la inseguridad, que cada día está peor en este país, tampoco tengo recursos económicos para inscribirlo en alguna disciplina deportiva ni como enviarlo a un plan vacacional”.

Mientras se desarrollaba la conversación me adentré en mis pensamientos, experimenté una especie de regresión psicológica y llegué a mi infancia... recordé que la mayoría de los niños de mi época, por mas humilde que hubiera sido su núcleo familiar, tenían la posibilidad de comer bien todos los días... nosotros desayunábamos, almorzábamos, merendábamos, cenábamos y como quemábamos muchas calorías, comíamos bastante chuchería, bebíamos mucha agua potable, pura y cristalina directamente del chorro (hoy en Venezuela, es practicamente imposible hacer esto, corremos el riesgo de enfermarnos; además, el agua que llega a nuestras casas percude la ropa que “lavamos” y no limpia sino ensucia), consumíamos jugos naturales, refrescos artificiales, caratos y chichas artesanales y degustábamos la rica y variada dulcería criolla... en fin, vivíamos comiendo cualquier cosa todo el día. 

En cuanto a la diversión, jugábamos bastante, era común en mi barrio ver corretear a la chiquillería, eramos niños incansables... socializando a toda hora. Algunos juegos que recuerdo: trompo, yo-yo, perinola, papagayo, gurrufío, metras o canicas, rondas, la gallinita ciega, el gato y el ratón, policías y ladrones, la eres, la coronita, saltar la cuerda, la papa quemá, la botellita, la candelita, la cuchara y el limón, palito mantequillero, papel y tijera, el escondido, el zamuro agarrado, la seguidilla o seguir al líder, la sillita, los caballitos, la escuelita, pelotica de goma, chapitas, baloncesto, futbolito, voleibol y beisbol callejero, pisé o el avión, alé limón, fusilao, cero contra pulsero, yaquis, juegos de mesa como, ludo, dama, dominó, dama china, ajedrez, monopolio, palitos chinos, jenga, dados, barajas, bingo, juegos de memoria, crucigramas, sancocho de letras, stop, el ahorcado, la vieja... cantábamos y bailábamos, simulábamos tocar instrumentos con tobos y perolas, colocábamos un papel a los peines luego lo soplábamos para emitir sonidos, fabricábamos teléfono con vasos de plástico y pabilo, competíamos sanamente en carrera de sacos, subíamos a los árboles, construíamos columpios con mecates amarrados en las ramas, cualquier superficie inclinada la convertíamos en tobogán, participábamos en cuanto concurso o torneo se realizaba, hacíamos el muñeco que simbolizaba al apóstol que traicionó a Jesús, lo bautizábamos con el nombre del gobernante de turno y lo paseábamos en una carretilla por todo el barrio o lo sentábamos en la calle, reíamos a carcajadas al escuchar los versos del testamento que generalmente aludía a algún vecino con la herencia que le dejaba aquel Judas, jugábamos carnaval con agua, algunas veces con pintura, nos disfrazábamos y salíamos en comparsas... todo esto y mas lo disfrutábamos en familia y en comunidad sin temor a la delincuencia... generalmente estas actividades las hacíamos todas las tarde, en la noche, los fines de semana o en temporadas específica, sin necesidad de esperar las vacaciones.

Ah, casi lo olvido, muchas veces agarrábamos una lata vacía de leche, le abríamos un hueco en el fondo y uno en la tapa, pasábamos un alambre y luego la llenábamos de tierra, la tapábamos y listo teníamos una aplanadora; luego no podían faltar la china o resortera, los arcos y flechas que construíamos nosotros mismos, los tira chapas (especie de rifles con ligas, pero en vez de piedras como las resolteras o chinas, lanzábamos chapas o tapas de algún envase pequeño), los dardos, las patinetas con ruedas de rolineras, los patines, bicicletas, peleas de espadas, correr simulando que lo hacíamos sobre motos o caballos, rodar un rin de bicicletas, perfectamente equilibrado, llevándolo en un gacho de metal o con un palito, rodar cauchos o llantas viejas empujándolos con las manos o con dos varas largas, íbamos de excursión a la montaña o al río, nos bañábamos y pescábamos, mientras los mayores hacían el suculento sancocho, no temíamos enfermarnos porque los hospitales estaban dotados y las farmacias o boticas tenían todos los medicamentos, además, contábamos con médicos venezolanos de altísima calidad... realmente fuimos muy felices. 

Gracias a Dios que en aquel tiempo no estaba tan adelantada la tecnología ni se habían masificado los aparatos electrónicos y lo mas importante no existían los altos niveles de violencia e inseguridad, inflación, especulación, ni desabastecimiento de alimentos ni medicinas que estamos viviendo hoy en Venezuela.

Autor: Marcos Elías Milano Rangel
Licenciado en Educación
Guarenas, Estado Miranda, Venezuela.
Fecha de publicación: 04 de Agosto de 2016.

4 comentarios:

  1. FALTO LA LATA DE LECHE CON TIERRA Y ALAMBRE ESE ERA MI CARRITO FIEL Y EN LA NOCHE NO FALTABA JUGAR EL MUÑECO Y CERO CONTRA PULSERO.

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  2. Hola, leyendo este artículo recordé parte de mi infancia en Venezuela, sintiendo el hambre y el sabor de la arena en mi boca, sin el amor y cuidados apropiados para una niña. Si, fui bendecida, una pareja de Venezolanos me adoptaron y me dieron la oportunidad de ver realidad mis sueños de niña pero se que muchos otros no han sido ni felices ni afortunados en Venezuela.

    Leyendo tu articulo deseé que hubiésemos sido mas los afortunados para que hoy en día fuésemos mas los que estuviésemos en capacidad de contribuir a la reconstrucción de nuestro bello país.

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    1. Gracias Señora Iris Mejías por su comentario. Reciba infinitas bendiciones y mi respeto.

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