ESPANTO POR ERROR
Madrugando en el desierto,
encontré a un hombre tendido,
su futuro era incierto,
harapiento y mal herido
parecía estar muerto,
solo estaba sin sentido.
- ¿qué le pasó buen amigo
que lo veo compungido?
- ¡ayúdeme... señor mío!
que me encuentro aquí perdido.
¡levánteme por favor!
no me deje... se lo pido.
Deshidratado y febril,
sangrando y aturdido,
limpié todas sus heridas
lo atendí como es debido,
hidraté muy lentamente
a aquel ser abatido.
Cuénteme lo que le pasó,
descríbame lo acontecido.
El hombre al fin comenzó,
aunque estaba adolorido,
a relatar la tragedia
que le había sucedido.
- Cuando el ocaso llegó,
húmedo y bastante frío
la luna desapareció,
dejando todo sombrío
un viento fuerte empezó
y yo me hallé perdío.
Ruidos escalofriantes
provocaba el vendaval,
eran ráfagas tan fuertes
que no me dejaban mirar,
una tormenta de arena
no me dejó caminar.
Como pude vi a lo lejos,
cerca de este matorral,
una sombra que acechaba
como queriendo esperar
que me le aproximara
para con furia atacar.
Me detuve en el camino
no me quería asustar
y esperé un largo rato
a ver que iba a pasar
pero el acéfalo aparato
no se quería apartar.
Era día de los muertos
yo empecé a rezar
grité a los cuatro vientos
a Dios quise invocar
para ver si el aspaviento
lo hacía por fin circular.
El espanto me acechaba
no me dejaba pasar
le lancé varias patadas
tratándolo de quitar
pero mientras yo le daba
el me iba a lastimar.
Creo que me desmayé,
por el susto y el dolor
y cuando desperté
con pena en mi corazón
solo lo he visto a usted
mostrándome compasión.
En eso lo interrumpí,
para explicarle mejor
ya que mientras lo curaba
le noté gran hinchazón
provocada por las espinas
de un cactus de la región.
encontré a un hombre tendido,
su futuro era incierto,
harapiento y mal herido
parecía estar muerto,
solo estaba sin sentido.
- ¿qué le pasó buen amigo
que lo veo compungido?
- ¡ayúdeme... señor mío!
que me encuentro aquí perdido.
¡levánteme por favor!
no me deje... se lo pido.
Deshidratado y febril,
sangrando y aturdido,
limpié todas sus heridas
lo atendí como es debido,
hidraté muy lentamente
a aquel ser abatido.
Cuénteme lo que le pasó,
descríbame lo acontecido.
El hombre al fin comenzó,
aunque estaba adolorido,
a relatar la tragedia
que le había sucedido.
- Cuando el ocaso llegó,
húmedo y bastante frío
la luna desapareció,
dejando todo sombrío
un viento fuerte empezó
y yo me hallé perdío.
Ruidos escalofriantes
provocaba el vendaval,
eran ráfagas tan fuertes
que no me dejaban mirar,
una tormenta de arena
no me dejó caminar.
Como pude vi a lo lejos,
cerca de este matorral,
una sombra que acechaba
como queriendo esperar
que me le aproximara
para con furia atacar.
Me detuve en el camino
no me quería asustar
y esperé un largo rato
a ver que iba a pasar
pero el acéfalo aparato
no se quería apartar.
Era día de los muertos
yo empecé a rezar
grité a los cuatro vientos
a Dios quise invocar
para ver si el aspaviento
lo hacía por fin circular.
El espanto me acechaba
no me dejaba pasar
le lancé varias patadas
tratándolo de quitar
pero mientras yo le daba
el me iba a lastimar.
Creo que me desmayé,
por el susto y el dolor
y cuando desperté
con pena en mi corazón
solo lo he visto a usted
mostrándome compasión.
En eso lo interrumpí,
para explicarle mejor
ya que mientras lo curaba
le noté gran hinchazón
provocada por las espinas
de un cactus de la región.
Milano R. Marcos E.
Autor: Milano R. Marcos E. (1995)
Texto: Vértice y Alba
I.S.B.N 980-345-056-5
Impresos Navarro S.r.l
Publicado: miércoles 17 de agosto de 2016.
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